TIGRE DE TIGRES.

jueves, 30 de mayo de 2013

COMENTARIOS Y ANALISIS DE EDGAR TIJERINO SOBRE LA BITACORA DE VICENTE PADILLA.

Aproximándose a los 36 años, Vicente Padilla no debería estar lanzando en Japón para un equipo llamado “Halcones”, sino brillando en las Grandes Ligas, quizás permaneciendo con los inesperadamente revitalizados Medias Rojas de Boston, que perdieron a Josh Beckett, a Daisuke Matsuzaka y que tienen bajo sospecha a John Lackey. Un Vicente bien cuidado, alejado de desvelos, entregado al entrenamiento, muscularmente resistente a las lesiones, consciente de “lo rentable” que es el sacrificio, controlando su carácter, y hambriento de grandeza, podría estar siendo visto en pantalla como un brazo número tres, detrás de Jon Lester y Clyde Buchholz. ¡Cuántos lanzadores no alcanzan su plenitud a esa edad!
El veloz derecho nicaragüense que fue capaz de ganar dos veces 14 juegos con los Filis, registrar temporadas de 14 y 15 triunfos con los Rangers, y ponchar a 156 en 200 entradas, fue considerado desde 1999 por expertos, managers y compañeros, como dueño de un exuberante potencial. “Su material es sencillamente impresionante”, dijeron de él, Alex Rodríguez y Barry Bonds, dos de los más temibles artilleros de todos los tiempos.
Vicente ha ganado su primer juego en Japón después de una derrota en su debut y haber salido de circulación por una lesión más, colocando su presente y futuro nuevamente en la burbuja de la incertidumbre. Esa reciente victoria por 10-4 sobre los Dragones, es una buena señal pese al jonrón con bases llenas que le conectaron “sobre un mal lanzamiento”, según su explicación, una teoría que nunca me ha convencido, porque como dice Ted Williams en su libro, es el bateador el que determina la calificación del envío. Roberto Clemente registra extraoficialmente, la mayor cantidad de hits sobre bolas malas, en tanto Reggie Jackson, desde el punto de vista del columnista Jesse Sherman, puede ser el más ponchón con pitcheadas al corazón de la zona de strike.
A sus rectas que silbaban entre 96 y 98 millas, Padilla logró agregar bolas de quiere, rápidas deslizantes, aprendió a manejar el cambio, y hasta se atrevió a manejar la “ephus”, ese lanzamiento capaz de sostener el aliento del público y endurecer los músculos de los bateadores. Cuando los Rangers le garantizaron casi 34 millones por tres temporadas, no estaban “quemando sus billetes”, sino confiando en atrapar a un pitcher en desarrollo, con posibilidades de ir más allá de las 108 victorias y 1,121 ponches a lo largo de 14 campañas, 4 de ellas incompletas.
El pistolero pinolero no estuvo mal con 43 triunfos y 34 derrotas en tres temporadas y media, pero su complicado comportamiento, lo involucró constante en contradicciones, y fue soltado en el 2009. Los Dodgers, necesitados de pitcheo, tomaron el riesgo y Vicente pareció estar en plan de resurgimiento con un estupendo cierre, mientras el equipo aterrizaba en los Play Offs, vitrina que aprovechó para mostrar su brillo. Sin embargo, volvió a deslizarse a la zona de inseguridad en el 2010, antes de lesionarse otra vez perdiendo casi todo el 2011, y desvaneciendo el interés de los Dodgers.
En una tarea que solo le agradó cuando comenzaba a mostrarse en las mayores con Arizona y Filadelfia, el relevo largo, Vicente atravesando por un proceso de madurez, respondió a los Medias Rojas en el 2012, pero extrañamente, es seguro que por seguir siendo propenso a lesionarse, no interesó a equipos de las mayores y se vio forzado a emigrar hacia Japón. Y ahí lo tenemos, tratando de sostenerse sobre un alambre sin caer, como un equilibrista, sin pensar en un posible regreso a la Gran Carpa.
Pudo trabajar más de cuatro recorridos completos en su carrera, todos blanqueadas; pudo ser un ganador de 20, un pitcher de 200 ponches, estar en más de un Juego de Estrellas y no de manera casual, pudo ser algo más que una aproximación a Denis Martínez, pero metió su potencial en el congelador. Le faltó esa disciplina que te permite sacarle el máximo provecho a sus facultades. De alguna manera, quizás sin darse cuenta, estuvo dinamitando su futuro que pudo ser resplandeciente. Su posibilidades, lamentablemente se las llevó el viento. Ojalá tenga éxito en el béisbol japónes. Lo deseamos todos los que agradecemos el esfuerzo que nos ofreció inflamándonos emotivamente por largo tiempo.

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