TIGRE DE TIGRES.

martes, 24 de abril de 2012

EL MATA PICHERES LA LEYENDA DON PEDRO SELVA.


Hay hazañas calificadas sin el menor temor como inalcanzables en el béisbol casero, pero ninguna como la de Pedro Selva, quien capturó cuatro veces la Triple Corona, copando los lideratos de bateo, carreras  impulsadas y jonrones en las temporadas de 1971, 1972, 1973 y 1975, dejando a las multitudes --que en esos tiempos “reventaban” los estadios-- con la  boca abierta y rascándose la cabeza.
Y es que con Selva ocurría un “fenómeno”: la gente no concebía cómo ese pelotero, de andar desgarbado, tendiente a la obesidad y algo pequeño, pudiera ser el más temible de los artilleros, nuestro “Bambino”, como le llamaron a Babe Ruth en el mejor béisbol del planeta.
Recuerdo que cuando vino Tomás Morales --el reputado cronista mexicano-- para el Mundial del 72, me dijo al conocer a Selva en una sesión de entrenamiento: “No me digas. ¿Ese es el tipo experto en desforrar pelotas? Bueno, a menos que sea Hank Wilson”, agregó.  Y después de ver a Selva batear de hit en los 15 juegos del Mundial para establecer un récord que aún perdura, y observar cómo seguía su racha en el Juego de Estrellas, Tomás admitió: “Ciertamente, es un Hank Wilson”, refiriéndose al devastador bateador de los Cachorros de Chicago, con físico de picapiedras, que impulsó 190 carreras en 1930, estableciendo una maraca que parece imposible de amenazar.
En ese Mundial del 72, Selva se graduó como bateador conectándole limpiamente a tiradores de calibre del zurdo puertorriqueño Luis Torres, el lanzallamas japonés Kojiro Ikegaya, el endemoniado tirador norteamericano Rubén García, experto en sinker y slider, y el extraordinario cubano José Antonio Huelga. Considerando que a Nicaragua siempre le colocaron los líderes de staff de los otros 15 equipos, la racha de Selva fue impresionante.



En 1971, Selva bateó para 355 puntos, con 16 jonrones y 49 carreras impulsadas, para capturar su primera Triple Corona. Pese a ese impacto, muchos pensaron que la mediocridad del pitcheo de complemento en la mayoría de equipos, facilitaba la construcción de esas cifras. Pero él continúo --como se publica aquí en detalle aparte-- con otras tres Triple Coronas en los años 72, 73 y 75, en un alarde ofensivo nunca más visto por estos lados, obviando la notoria mejoría del pitcheo, que se convirtió en el gran soporte de la Selección Nacional.
En 1974 saltó lo imprevisto. Pedro se vio involucrado en un terrible suceso que casi termina con su carrera, al ser atacado a balazos. Su deterioro físico fue tal, que hasta se llegó a temer por su vida. Carazo le hizo un lugar por su nombre y por agradecimiento, en el roster titular del equipo para que intentara un resurgimiento considerado improbable, pero, obviamente, no hizo el grado para integrar la Selección, y fue eliminado del equipo que viajó a Tampa ese año.
Parecía estar en plan de descarte, sin embargo, el gran cañonero superó la crisis, y comenzó a repartir metralla en el inicio de 1975, como si estuviera en su mejor época. Demostró que su swing cultivado picando piedras, había regresado a los niveles de contundencia y precisión requeridos, consiguiendo volver a proyectarse. Todos estábamos asombrados.
Cuando Selva decidió retornar contra viento y marea, escribí: Inconsciencia, coraje, fidelidad a una pasión, locura. No sé cómo llamarle a la determinación tomada por Pedro Selva de seguir en la brecha a cualquier precio, sin importarle que se le hayan abierto dos puntadas en una de las heridas que le cruzan el abdomen; sin intimidarse por el dolor que le produce cada swing, cada agachada; sin detenerse a pensar, que ese flujo lento, pero continuo, consecuencia del esfuerzo extremo en cada partido, puede terminar en una peligrosa infección. Todos coincidirán que solo un hombre de temple excepcional o un loco0 era capaz de una empresa semejante.
Volvió a tronar y obtuvo su cuarta Triple Corona, obligando a preguntarnos, de dónde había sacado fuerzas para saltar sobre su deterioro.
“Sólo hay una explicación, mi fe en Dios. Le pedí que me otorgara fuerzas para terminar la liga, y aquí me tienen, adolorido, con  la herida abierta, pero fuerte y fajándome en el terreno”, expresó.
--¿Crees tener la fortaleza suficiente para romper con tu propia marca de 28 jonrones? --se le preguntó en un final de juego...
Ese no es ese mi propósito. Solo estoy buscando cómo chocar la pelota y ver si es posible terminar sobre los .300. Ese es mi objetivo.
¿El médico te ha dado el visto bueno para jugar en esas condiciones?
No he querido que el doctor me revise, pues tengo miedo de que ordene reposo absoluto. Sé que no es sensato lo que estoy haciendo, pero el béisbol es para mí un incentivo”.
Y casi se extiende. En 1976, Selva siguió sembrando pánico entre los pitcheres y multiplicando asombro entre la clientela, conectando 25 jonrones y empujando 76 carreras, pero no pudo ganar la Triple Corona por quinta vez, debido a una “maniobra” del equipo Chinandega, que para preservarle el título a Pablo Juárez, no se presentó a cumplir un juego reprogramado con el Carazo de Jinotepe.
Sucede que a esa altura de los acontecimientos, Juárez presentaba un porcentaje de 366 puntos por 364 de Selva, y como esos dos puntitos de  diferencia no garantizaban la posesión del cetro para el occidental, decidieron “sepultar las esperanzas” de Selva eludiendo el compromiso. Por supuesto, que nadie puede decir lo que hubiera pasado en Jinotepe esa tarde, pero la verdad de las cosas es que se le negó la oportunidad a Selva de capturar una quinta Triple Corona, lo cual hubiera sido una exageración.
El secreto del poder de Selva estaba en sus muñecas, decía Tony Castaño. Su giro no era tan bestial como el de Ernesto López o el de Luis Fierro, pero cada vez que hacía contacto, la bola “gemía” y se perdía.
El bateador que siempre dio la impresión de tener oculto un radar mientras manejaba la presión, llegó al Salón de la Fama en una silla de ruedas, pero con el bate imaginario entre sus manos. De hecho, él siempre estuvo bateando. Un artillero como él, nunca se olvida.
FUENTE: E.TIJERINO / TIGRE DE TIGRES /210412

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