TIGRE DE TIGRES.

martes, 1 de mayo de 2012

EL CUIDADOR ETERNO DE LA GRAMA DEL ESTADIO TIJERINO DON DAVID IZAGUIRREZ.


Con el mismo entusiasmo de hace 34 años, cuando se inauguró el campeonato mundial donde Nicaragua derrotó dos carreras por cero a Cuba con Julio Juárez en la loma y la dirección de Argelio “La Bruja” Córdoba, el chinandegano David Izaguirre Espinoza, de 70 años, da mantenimiento al terreno del Estadio Municipal “Efraín Tijerino Mazariego”, la casa del equipo campeón Tigres del Chinandega.

Sonriente, con ojos pícaros, moviéndose de un lado a otro, don David recuerda que vivía cerca de la comarca Río Chiquito, en el poblado de El Viejo, cuando una mañana de noviembre de 1972, un capitalino llamado Óscar, quien construía la instalación deportiva, lo contrató para cuidar las herramientas, y desde entonces protege el engramado chinandegano.

Mientras hace una pausa en su ardua labor, el obrero inmortaliza al señor Efraín Tijerino Mazariego, quien donó la propiedad e inició la construcción del estadio que hoy lleva su nombre. “Don Payín fue un gran hombre, una vez el viento le botó una grada de la parte derecha y la levantó, era un hombre excepcional, deseoso de que Chinandega tuviese un buen estadio donde jugar el ‘deporte rey’”, aseguró.

La supuesta maldición

Tras acordarse de Pablo Juárez, Cayetano García, Juan Oviedo, Alfonso Katín, Luis Cano, Julio Espinoza, Pablo Centeno, Genaro Llanes, Rafael Valle, Róger Peralta, Damián Rivera, Cruz Ulloa, Próspero González, entre otros jugadores del Chinandega, el septuagenario aseguró que una maldición acosaba al equipo que no ganaba un campeonato en más de tres décadas.

Relató que una mañana, en los años ochenta, regaba el terreno y se dirigió cerca del jardín central, detrás de los 380 metros, donde desenterró un muñeco grande con diez billetes de a diez córdobas de la época y un montón de alfileres, el cual quemó inmediatamente.

Tras descansar por unos minutos en la caseta de los Tigres del Chinandega, el anciano afirmó que el carga-bates Kit Taylor, de origen costeño, que militó con la Costa Atlántica y los Tiburones de Granada, echaba su “polvito” debajo de las almohadillas y el home plate para salar al equipo occidental.

“Cuando ese negrito hacía sus rituales, los jugadores se iban en blanco, no bateaban ni con una guitarra”, dijo con jocosidad el empleado más antiguo del estadio municipal.

Confesó que en el sexto juego de la reciente final, cuando Chinandega perdía 7 a 3 en el noveno episodio contra las Fieras del San Fernando, sintió temor por la maldición, pero el equipo “respondió a la hora buena, gracias al poder de la Virgen del Trono, de El Viejo”, dice.

Relevo listo

El longevo manifestó que trabajará con mucho entusiasmo hasta que “Papa Chu” se lo lleve, y como está consciente que no será eterno, tiene listo a su hijo Enrique David Izaguirre Moreno como su relevo. Ambos llevan diez años de trabajar juntos.

Aseguraron que el éxito para mantener en buen estado el terreno radica en regarlo cinco horas diarias, desyerbar la “media luna”, cuadrar las rayas, los montículos, el home plate, las calles y aplicarle tres quintales de urea.

“Los peloteros siempre están contentos por la calidad del campo, se barren con confianza y no sufren accidentes”, dijo mientras recordaba con cariño al fallecido “Burrito” Lezama, su homólogo del Estadio Nacional “Dennis Martínez”, quien una vez vino a Chinandega a darle consejos.



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