TIGRE DE TIGRES.

domingo, 6 de enero de 2013

El temible Yurendell


Yurendell de Caster en la etapa de infante no sabía que se podía jugar béisbol de forma profesional, solo veía los partidos de Grandes Ligas desde su televisor en Curacao y pensaba que este deporte era solo para norteamericanos, hasta que a la edad de dieciséis años, jugando por su país en Puerto Rico en un torneo juvenil, un scout de Tampa Bay se le acercó y le realizó una oferta que no rechazaría por lo sustanciosa que era.
De Caster es bromista entre sus compañeros, sin embargo no parece gastar palabras de más, habla poco y ríe mucho. A la edad de diez años logró sobrellevar la situación de divorcio entre sus padres. “Mi mamá se hizo responsable de mí, mi papá nunca me hizo falta, aunque en la actualidad soy buen amigo de él”, mencionó el curacaleño quien asegura que permanecerá con los Tigres de Chinandega en la Liga Nicaragüense de Béisbol Profesional, LNBP, hasta su culminación.
Su historia en las Ligas Menores del béisbol rentado está llena de mala suerte, como él lo menciona, debido a que las lesiones fueron la clave para que truncaran su desarrollo; “Tuve la mala suerte de que las lesiones llegaran a mí mientras rendía, pero eso le sucede a todos, estoy orgulloso de mi carrera”. En cuatro de las cinco organizaciones en que estuvo se lesionó, primero fue el codo, luego la pierna y por último una hernia en los testículos lo sacó de circulación.
El curacaleño tuvo un cortísimo período en las Ligas Mayores con los Piratas de Pittsburg en el 2006, poseyó dos turnos y se ponchó en ambas oportunidades. “No sentía presión, lo que pasa es que era un pitcheo desconocido para mí”, menciona de Caster, admirador del holandés Randal Simon.
De Caster, quien fue contactado por Enrique Gasteazoro y convencido por Luis Allen, cátcher del Chinandega, para jugar en Nicaragua, tiene su enfoque en rendir cada día en el deporte, no tiene presión por lograr la triple corona de la LNBP, y a sus 33 años cuando se le pregunta sobre un contrato de Liga Menor, responde: “No tengo el sueño tan grande”.

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